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El Nuevo Gabinete

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domingo, 11 de noviembre de 2007

Crisis Partidaria

El escritor García Delgado describe la actual situación partidaria en su libro Del Estado de bienestar al Estado Postsocial del siguiente modo: “Los partidos dejan de tener expresión clasisista marcada, declinan las identificaciones fuertes y de adhesión a las ideologías sociales. Hay una nueva trama societaria conformada por multiplicidad de organizaciones no gubernamentales, consultoras, fundaciones y movimientos sociales. La democracia es asociada cada vez mas a instituciones y procedimientos. Ya no va a ser vinculada tanto a la participación, como a la representación y a la opinión pública. Declina la idea de sujeto y los fenómenos de corrupción generan apatía y crisis de representación. Se asiste a la consolidación de los partidos en tanto monopolio de la representación, junto a su crisis de agregación de demandas, desafección política y el surgimiento de nuevos actores.”
En resumidas cuentas Delgado describe la actual situacion donde los partidos ya no son portadores de ideología sino el mero reflejo de los actores políticos más relevantes y conocidos para la opinión pública y sin los cuales los partidos cesarían de existir. No hay ejemplo más claro que el PRO, el ARI y todo el resto de los nuevos partidos argentinos, que sólo representan figuras políticas (Mauricio Macri, Elisa Carrió) en vez de ideales.

Causas de la Crisis

No poseen ni discurso ni estrategia de trabajo
No son capaces de ordenar y estructurar sus ideas, ni de llegar a una sociedad que muestra desinterés por todo lo relacionado a la política. En este contexto, la única forma de establecer un nexo con la sociedad civil es poner al frente del partido a figuras públicas relevantes conocidas por la opinión pública. De este modo, los partidos aseguran que sus movimientos lleguen e interesen a la sociedad civil, sin embargo, se produce como consecuencia un vaciamiento ideológico en la estructura partidaria derivada del hecho de que éstos se organizan en base a figuras políticas en vez de ideologías. Por esta razón, es pertinente decir que los partidos no ganan elecciones para llevar a cabo sus programas sino que formulan programas para ganar elecciones. Actualmente la única excepción argentina es el radicalismo dada su larga trayectoria histórica. Sin embargo, este partido actualmente se encuentra en crisis por su poca cooptación de votos y de apoyo (en las últimas elecciones presidenciales el candidato radical obtuve sólo el 2% de los votos). Por su parte, el peronismo no puede considerarse una excepción ya que no constituye un partido sino que es un movimiento.

Ya no poseen perfil nítido y puro
De ahí que dos partidos como el FREPASO, de origen peronista, y la UCR hayan unido fuerzas en las elecciones de 1999 formando la Alianza para derrotar al justicialismo.

Debilitamiento de lo público
Hay un repliegue individual importante por lo que las formas de acción colectiva tendieron a debilitarse y los partidos dejaron de ser los canales para expresar las demandas sociopolíticas y fueron reemplazados por los medios de comunicación, que hoy en día constituyen el nexo entre lo político y la sociedad civil.

Divorcio de los partidos con la sociedad
Esta separación generó la idea de que sólo las fuerzas políticas que se encuentran dentro del estado (opositores u oficialistas) pueden generar algún cambio en las condiciones de vida, excluyendo toda posibilidad de que la sociedad civil pueda generar algún cambio. De este modo, la participación de la sociedad civil se remite a castigar a un partido en el gobierno apoyando a los partidos o candidatos opositores.

Partidos Catch-all
Dada esta crisis partidaria ha nacido una nueva modalidad de partidos denominados atrapa-todo (Catch-all). “Son las organizaciones políticas que no tienen (o abandonan), claras referencias ideológicas, o asociaciones privilegiadas con sectores sociales determinados, para tratar de disputar votantes en todos los ámbitos y tendencias. Ello suele derivar en licuación ideológica, disminución de identidad partidaria, desmovilización de las bases de los partidos, y adopción por los dirigentes de un pragmatismo que constituye al poder como un fin en sí mismo, con creciente prescindencia de cualquier otro tipo de consideraciones. Los dos partidos mayoritarios de Argentina, el peronismo y el radicalismo (con mayor fuerza en el primero) constituyen claros ejemplos de transformación en partidos ‘atrapa todo’, desde su fuerte vinculación original con el movimiento obrero, en el caso del PJ, y con las ‘clases medias’ en búsqueda de ascenso en el de la UCRc.
La dirigencia política actúa en la práctica como una elite unificada, en la que la división en diferentes partidos obra sólo como una formalidad necesaria para la distribución de cargos vía elecciones y la consiguiente legitimación que ello apunta a producir, pero no encarna proyectos diferentes ni pretensiones serias de transformación del orden social existente. Se aprecia una situación de 'partido único virtual', en la que el lugar de gobierno y oposición puede intercambiarse sin mayores consecuencias, y sin frenar, ni siquiera atenuar, la tendencia persistente al empeoramiento de la calidad de vida de las mayorías, y al deterioro de las instituciones políticas. El único compromiso realmente eficaz de la dirigencia es con el gran capital y sus instituciones, compromiso que se toma a veces con entusiasmo y otras con resignación frente a lo que se considera una valla infranqueable para la realización de políticas más 'progresistas', pero se asume y ejecuta invariablemente por parte de quiénes tienen a su cargo la conducción del aparato estatal”.

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